lunes, agosto 27, 2007

jueves, agosto 23, 2007

Displasia

Este precioso cachorrillo se llama Jack y ya tiene más de diez años.
Esta foto fue sacada el día que llegó a mi casa: era un domingo por la mañana, mi padre me dijo que salía a comprar el periodico, me invitó a ir con él pero no quise.
Pasadas un par de horas entró por la puerta trasera de casa, le pregunté dónde había dejado el periodico y me indicó que estaba bajo la fuente de piedra que tenemos en el porche. Salí dispuesta a recogerlo y ahí mismo me encontré este maravilloso regalo.
A lo largo de su vida ha sido el perro más cariñoso, dócil, fiel y agradecido que he conocido jamás. Tendría mil anécdotas para contar, pero no vienen al caso.
El hecho es que Jack está enfermo desde hace unos cuantos meses. Al principio el veterinario nos dijo que era artrosis; le dimos vitaminas, cartílago de tiburon y demás medicamentos, pero nada le hacía efecto, hasta que descubrieron que lo que padece es una enfermedad que se llama displasia.
La displasia es una enfermedad congénita que consiste en una anormalidad en las células, en otras palabras: el hueso que se une a la cadera se desgasta, forma una especie de pinchos que en el hueso, al perro le duelen y su cuerpo va tomando la forma para evitarlo. A penas puede andar levantando las patas, es mas, casi se arrastra con el culo y poco a poco se va haciendo heridas, llagas, y le duele más.
Nosotros no queremos que Jack sufra ni padezca más, ya que ha sido un perro ejemplar, por lo que el lunes que viene el veterinario acudirá a mi casa para sacrificarle.
Va a ser muy duro y doloroso para toda la familia, pero creemos que es lo mejor para él.
Nunca le olvidaré.

miércoles, agosto 22, 2007

lunes, agosto 20, 2007

¿Literatura o realidad?

Hacía mucho tiempo que empezaba a leer libros pero no producían nada en mi: ni interés, ni intriga, a veces ni siquiera me acordaba de lo que había leido un minuto y medio antes.
Pero ayer fue distinto.
La verdad es que no tuve un buen día: llevaba una semana o más durmiendo fatal,
poquísimo, con pesadillas, ayer nada me parecía mal, tenía morros para todo y para todos, estaba apagada, decaída... solo me alegré un poco cuando fui a ver a mi abuela y ella compartió conmigo algunas anécdotas de su juventud. Después de cenar, ya que no me apetecía ver el futbol, me fui a mi habitación y me acordé de un libro que me había regalado mi madre varios meses atrás y que aun estaba sin desprecintar.
Me tumbé en la cama con la lamparilla encendida y abrí el libro por la primera página. En ese instante noté que lo que iba a leer no era como nada de lo que había intentado leer últimamente, y así fue.
La bruja de Portobello, de Paulo Cohelo.
Sólo fui capaz de leer tres capítulos antes de quedarme dormida. Pero esas palabras me llegaron al corazón, me sentí muy identificada con algunas de las frases escritas en las páginas que pasaban entre mis dedos, tanto, que no pude evitar romper a llorar.