No hace ni cinco minutos que me compré unas botas en una tienda muy pequeñita (y económica) de mi barrio y lo más curioso fue que, al pagar, me regalaron esta poesía que quiero compartir con vosotros:
viernes, noviembre 25, 2005
Poesía de calle
No hace ni cinco minutos que me compré unas botas en una tienda muy pequeñita (y económica) de mi barrio y lo más curioso fue que, al pagar, me regalaron esta poesía que quiero compartir con vosotros:
Prespectivas
Como todas las mañanas, hoy también me levanté, me duché y después de desayunar me dispuse a salir a la calle.
El cielo estaba muy encapotado, el viento soplaa con ganas y el frío en seguida me heló la punta de la nariz.
No tardó en empezar a llover, pero poco me importó. Realicé un par de encargos y me propuse observar mi alrededor desde debajo de mi paraguas.
El agua caía con fuerza, formando charcos en el arcén y los coches no daban ni cinco segundo de descanso a sus bocinas. Yo pasé por debajo de todos los balcones que chorreaban.
Acorté mis pasos y disminuí el ritmo de la marcha al acercarme a los jardines de Méndez Núñez. El verde de los árboles era intenso, el ambiente olía a hierba mojada y el tiempo parecía transcurrir a una velocidad distinta a la del resto de la ciudad.
Entonces me fijé en en las personas que se encontraban dentro de mi ángulo visual: matrimonios mayores, mamás con cochecitos, estudiantes, comerciales, amas de casa, transportistas, albañiles...; todos con prisas, corriendo para arriba y para abajo, con las caras largas, peleando con sus paraguas.
En esos insantes, paseando, me di cuenta de que en mi rostro se dibujaba una sonrisa luminosa que decidí regalar a todos los viandantes que se cruzaron en mi camino, a pesar de que nadie fue capaz de devolvérmela (pero eso no influyó en la felicidad personal que viví).
martes, noviembre 22, 2005
Para reflexionar un poco
martes, noviembre 15, 2005
Magia de taverna
compañera a tomar unas cervecitas a la Cova Celta, una cervecería de Coruña donde ponen música celta y es muy acogedora. Y entre trago y trago conocimos a un mago, pero no un mago de pociones ni nada de eso, un mago de cartas.
Nunca había tenido la oportunidad de conocer a ninguno y ayer, sin comerlo ni beberlo fui la destinataria de dos de sus juegos que me dejaron perpleja.
Sé que todo eso son trucos, en los que intervienen la distracción del sujeto y la rapidez del mago, pero la verdad es que deberiais haberme visto la cara, pero fue como un libro abierto.
El primer truco consistió en adivinar una carta. Yo dije una carta de las 52, la que quise (as de picas) y un número al azar, del 1 al 52 (23). Entoces, él, con las cartas boca abajo contó hasa la 23, le dio la vuelta y era el as de picas. Me quedé sin palabras.
El segundo truco consitió en: yo cogí una carta d ela baraja, la miré y la puse entre las demás J de corazones). Él, sin más, me dijo: es una carta roja, de corazones, yo flipé. Entonces dijo, venga va, en lugar de decirte qué carta es, a ver quien la encuentra antes entre las de toda la baraja. Las puso en abanico y me sacó la otra J roja.
Yo repuse que no era esa J, cuano él, sonriente dijo, claro, es que la otr tenía hambre y se fue, y la sacó de debajo el servilletro, que estaba en la esquina de la mesa....
No sé si nunca habeis tenido una ocasión así de que os hagan trucos, ni si creeis o no en la magia, pero para mi fue un atardecer indescriptible.